Isabel Preysler publicó su libro ‘Mi verdadera historia’ donde aparecen cartas de amor que le envío Mario Vargas Llosa durante su relación entre el 2015 y 2022.
La autobiografía de la socialité expone la evolución sentimental de la pareja, desde el enamoramiento inicial a los reproches finales por las “escenas de celos infundados” por parte del escritor
La exmujer de Julio Iglesias y expareja de Mario Vargas Llosa, Isabel Preysler, presentó este miércoles ante más de 100 periodistas el libro «Mi verdadera historia», en el que relata su vida como esposa y madre, además de momentos destacados con los hombres con los que compartió su vida. Acompañada por su hija Tamara Falcó y fieles amigos, Preysler señaló que quiso escribir estas memorias porque se han dicho «tantas cosas falsas, que ahora he decidido hacerlo yo. Tengo la edad adecuada», aunque aseguró que el libro «es la realidad con matices». Desveló que contó con sus hijos en la edición final, a los que dejó leer su contenido y admitió, entre sonrisas, que es posible que haya borrado algunos pasajes.
Seis meses después de la muerte del Nobel de Literatura, Preysler ha decidido poner fin a las especulaciones y zanjar definitivamente el asunto de su relación con Vargas Llosa. En el último capítulo del libro titulado ‘Desmentidos y cartas de amor’, Isabel comparte el contenido íntegro de ocho de las misivas que le enviaba el escritor entre 2015 y 2022, a las que se suma la carta de despedida que ella misma redactó el 12 de diciembre de 2022, apenas días antes de que la ruptura trascendiera públicamente.
Pasión, admiración y gratitud
Las cartas de amor de Vargas Llosa recorren toda la evolución de la relación, desde la pasión inicial hasta la madurez y el agradecimiento. En la primera misiva, fechada el 21 de marzo de 2015, el escritor expresa su temor a la distancia y la importancia que Preysler adquirió en su vida: “Nunca imaginé que me harías tanta falta, que, en tan poco tiempo, te hubieras vuelto alguien tan imprescindible y querido en mi vida”. A lo largo de las cartas, Vargas Llosa recurre a un lenguaje cargado de imágenes poéticas y halagos, describiendo a Preysler como “bella entre las bellas”, con “esa risita medio burlona y pícara, y esa lucecita verde en el fondo de las pupilas”.
El tono de las misivas varía con el paso de los años. Las primeras, marcadas por la ilusión y el deseo, incluyen referencias a momentos íntimos y a la transformación que supuso la relación para el Nobel. “Desde la noche maravillosa de la peletera (…) mi vida se llenó de juventud, de sueños, de deseos”, escribe Vargas Llosa. En otras, el escritor detalla su admiración por los gestos y la personalidad de Preysler: “Amor mío, cada vez descubro en ti cosas bellas, delicadas, pequeños detalles que me llenan de admiración y de felicidad”.
Con el tiempo, las cartas reflejan una serenidad creciente y un profundo agradecimiento. En la quinta carta, fechada el 18 de febrero de 2018, Vargas Llosa reconoce: “Te quiero mucho, cada día más, y, ahora, además del apasionamiento casi adolescente que sentí por ti desde la primera vez que te vi, mi amor es también más sereno y profundo, apoyado en una complicidad que ha ido surgiendo de los días y las horas compartidas”. En la sexta, el Nobel subraya la felicidad cotidiana: “Gracias a ti, he sido muy feliz, más, creo, que en el resto de la vida”.
El contenido de las ocho cartas
La primera carta de Vargas Llosa -que data del 21 de marzo de 2015– llegó a manos de Preysler solo un mes después de su primer beso. Entonces, la primera mujer de Julio Iglesias estaba en México y dice así: «Procuraré llamarte en el día para darte la bienvenida al nuevo mundo y, sobre todo, saber que no hemos perdido el contacto. Una de mis pesadillas desde hace algún tiempo, es precisamente esa: que quedemos desconectados y no sepa dónde y cómo encontrate (…). Te echo mucho de menos y pienso todo el día en la felicidad que será volver a verte. Nunca imaginé que me harías tanta falta, que, en tan poco tiempo, te hubieras vuelto alguien tan imprescindible y querido en mi vida (…). Me parece que hace siglos desde la última vez que te tuve desnuda en mis brazos, sintiendo latir tu corazón… Esta noche me reuniré contigo y te diré cosas hermosas y dulces al oído mientras te hago el amor. Te quiero mucho y te mando muchos besos y palabras bonitas para esas orejitas, que parecen dos signos perfectos de interrogación».

A penas un mes después, el 11 abril 2015, Vargas Llosa le mandó la segunda. En esta, el Premio Nobel se insinuó a la socialité de nuevo: «Al mediodía tuve que ir al carajo, con amigos lejanos y sentí una terrible angustia pensando en lo lejos que estás (…). Me acordé que, por primera vez, mientras me mostrabas la casa de Enrique, te vi mucho rato de espaldas y que me encantó tu manera de caminar. Ahí estaba tu linda silueta, tu cintura de avispa y tus pasos como de danza, balanceándote muy despacio, con mucha gracia, como una bailarina y acompansando todo el movimiento con el vaivén de los brazos (…). Me moría de ganas de acercarme a ti y besarte en el cuello y abrazarte por la cintura, pero no lo hice por no destruir ese maravilloso espectáculo que es verte caminar. Amor mío, cada vez que descubro en ti cosas bellas, delicadas, pequeños detalles que me llenan de admiración y de felicidad. Y pienso en la impagable dicha que será vivir toda una vida a tu lado, descubriendo cada día uno de los tesoros y maravillas que hay en ti (…). Te extraño, te quiero, el mundo parece vacío y sin vida cuando no estás conmigo».
Cuatro días después, el 15 abril 2015, el escritor peruano le mandó la tercera. Concretamente, en estas líneas, se refiere a un futuro con la madre de Tamara Falcó. Una carta llena de promesas por parte del novelista: «Cuando vivamos juntos, te sorprenderé de tanto en tanto con una cartita de amor que descubrirás bajo tu almohada, o en las servilletas a la hora del desayuno, o en sitios todavía más inesperados. Quiero que tengamos una larga y hermosa conversación y tomemos una decisión sobre nuestro futuro, amor mío. Nunca he estado tan seguro sobre nada como lo estoy contigo. Te quiero y nada me haría más feliz que pasar todo lo que me queda de vida a tu lado, adorándote y procurando hacerte feliz. Sé que no es una tarea fácil, pero sí es posible si dos personas se quieren y se empeñan ambas en conseguirlo. Qué revolución has causado en mi vida, amor mío. Cuando menos lo esperaba, ocurrió lo que ocurrió y fue como si empezara a vivir de nuevo. Desde la noche maravillosa de la peletera, mi vida se llenó de juventud, de sueños, de deseos y fue como si por fin empezara a vivir con una vida que secretamente soñé desde que te vi por primera vez. Es una historia tan bonita que tiene que tener un final feliz».

La última de ese año fecha del 26 mayo 2015 (tras la reunión de Mario con su familia en Nueva York). Entonces, el literato entabló una conversación con sus allegados para comunicarles su decisión de seguir adelante en su relación con la reina del papel couché: «No será fácil esa reunión familiar, pero me ayudará a sobrellevarla pensar que a partir del 6 de junio volveremos a vernos y ya sin las dificultades del pasado. Empieza otra etapa en mi vida y de la tuya y tenemos que hacer todo lo posible para que sea una aventura extraordinaria, que nos enriquezca, que nos haga gozar y de alguna manera nos vacune contra el infortunio».
La quinta declaración de amor por escrito fue tres años después, el 18 febrero 2018, en la que Vargas Llosa hacía un balance y un repaso de sus primeros años juntos: «Tres años pueden ser una eternidad o el tiempo de un suspiro, y estos tres años que hemos pasado juntos han sido ambas cosas, una larga felicidad, que yo no había conocido hasta ahora, y una experiencia veloz, que a mí me hubiera gustado inmovilizar, eternizar (…). Sé que vamos a vivir muchas aventuras más, y espero que sean tan intensas y felices como las de estos tres años maravillosos a tu lado».
Con motivo de su cuarto aniversario de noviazgo, el escritor insiste en que nunca antes había sido tan feliz: «Cómo pasa el tiempo cuando uno es feliz. Y yo lo he sido y lo soy a tu lado, como no creo haberlo sido nunca antes. No recuerdo un periodo comparable, en el que, gracias a ti, he sentido que la vida tenía sentido, era bella, y valía la pena gozar de ella y aprovecharla. Nunca antes he escrito con tanto entusiasmo, y sentido que todo, incluso las cosas más triviales, valían la pena y tenían un sentido».

Un año antes de su ruptura –el 18 de febrero de 2021-, y tras siete años de una consolidada relación, Mario se sincera sobre cómo se siente en el hogar de Preysler, a la que felicita por su cumpleaños y a la que confiesa que le dedicará su siguiente obra. «Quiero ponerla a tus pies cuando la termine… Creo que será mi mejor libro y quiero dedicártelo con todo mi amor. Gracias a ti, he sido muy feliz, más, creo, que en el resto de la vida. Ha sido mucho más fácil de lo que pensaba acostumbrarme a tu casa, a tu familia, y ha sido posible gracias a ti, a tu cariño, a tu delicadeza y a tu amor (…). Llevamos ya un año de coronavirus y estamos vivos. ¿Tiene algo que ver el amor con esta supervivencia? Seguramente sí. Te quiero mucho, te querré siempre, hasta el último día. Feliz cumpleaños, amor mío», desliza la séptima carta.
La última llegaría en febrero 2022 -meses antes de la gran bronca que puso fin a su mediática historia de amor- y en la que daba cuenta que su estado de salud -el del Nobel- se estaba deteriorando: «Somos felices hasta donde la felicidad es posible en esta vida y creo que lo seremos los años que nos faltan por vivir (…) Lo único que tengo claro para ese incierto futuro es que quiero pasarlo contigo, a tu lado, queriéndote cada día más. Siento que las fuerzas me van abandonando poquito a poco, pero espero que no se vayan del todo».
La réplica de Preysler

Solo días después de que se vieran por última vez en una fiesta organizada por Moët & Chandon, Preysler decidió enviarle una carta de despedida. En ella, además, la socialité le hacía una petición: que el Nobel recogiera todos sus enseres de Villameona, su casa en Puerta del Hierro: «Después de unos años en los que hemos sido muy felices, la situación entre nosotros se ha ido deteriorando. Estarás de acuerdo conmigo en que nuestra relación no se parece en nada a la que teníamos al principio. Hemos perdido ilusión, complicidad, alegría y se ha hecho más difícil la comunicación entre nosotros. Y como, afortunadamente, no estamos casados porque no acepté tus proposiciones durante el tiempo de felicidad, ni tenemos hijos ni intereses en común que nos obliguen a permanecer juntos cuando ya no estamos bien el uno con el otro. Lo mejor es que demos por terminada esta relación ya tan cargada de costumbre y de rutina. Lo que de verdad hace imposible la convivencia es la mala educación y tú estás muy mal educado. Por favor, manda a alguien a recoger todas tus cosas».